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MEDIOS DE COMUNICACIÓN

06/03/2007 PUBLICIDAD (I). Publicidad y propaganda.

Después de este paréntesis escolar de unos días, daremos por terminada la unidad dedicada a algunos aspectos de la prensa escrita para pasar a reflexionar un poco sobre la Publicidad y la Propaganda.

Para empezar, vamos a leer un interesante texto de Miguel Ángel Asturias, escritor galardonado con el premio Nóbel de Literatura. Se trata de un artículo periodístico que publicó ya hace muchos años, casi cuarenta, en el ABC de Madrid. Pero como suele ocurrir con los grandes pensadores y escritores, sus palabras no caducan; y a pesar del tiempo transcurrido, el texto tiene, salvo detalles de época, la misma vigencia (o más) que en el momento de su redacción.

Como siempre, después de su lectura, deberéis contestar un cuestionario que figura al final de la entrada.

EL CARTEL, PINTURA QUE HABLA

(Miguel Ángel Asturias, Premio Nóbel de Literatura. Aparecido en ABC de Madrid, el 15 de agosto de 1968)

Los muros hablan. Los muros gritan. Son las voces y los gritos de la ciudad. Lo permanente, el lenguaje de los carteles y los anuncios. Letras e imágenes. Más imágenes que letras en el cartel. Más letras que imágenes en el anuncio. Imágenes, letras, colores. Colores con sonido. ¿Otro arte pictórico? No, él mismo. Encendido por dentro y por fuera por la pasión social y política. O por una fuerte corriente humanitarista. Defensa de los niños que mueren por millones en muchos puntos del planeta. Toque de atención, directo, trágico, para hacer recapacitar a los automovilistas, al peligro que corren […]. Despliegue de colores que cantan la paz. Enfoques contra la guerra en cartelones inmensos, sombríos, dolorosos, a fin de que los paseantes capten como con la rapidez del relámpago, la amenaza que pesa sobre ellos.

La publicidad mural va a la vanguardia en la lucha por un mundo más justo. ¿Qué se la tacha de propaganda? Pues sí, que es propaganda. En el buen sentido, no en aquel sentido que trata de dar gato por liebre. Aludimos a los carteles que son luz y lucha viva por las ideas que defiende. La radio permite la comunicación con la masa. Pero el cartel hiere más. Y permanece, mientras no lo arranquen o se envejezca. No tiene larga vida. Se quema al sol y la noche la pasa sin dormir, en espera del paseante trasnochado. Los carteles son el habla, los gritos de la ciudad. Nuevas voces de gesta. En los años treinta los pintó Picasso, Miró. Y en la actualidad, en Estados Unidos, en Japón, Italia, Francia varios pintores lo hacen, en defensa de los siempre amenazados derechos del hombre o para denunciar el peligro atómico. ¿Y qué otra cosa hizo el pintor dominicano Silvano Lora a favor de la independencia de su país? Cubrir la ciudad de carteles que en aquellos momentos leyeron cientos y miles de personas. Más allá del lenguaje, más allá de la palabra, colores e imágenes. Sin saber leer todos comprendieron el mensaje. El grito de la patria agonizante estampado en todos los muros de la ciudad.

Y éste es sólo un ejemplo. La gama de esta conversación mural, de esta forma de comunicarse con el pueblo, es inabarcable, múltiple, según el fin a que se le destine el. Todo un idioma. Idioma que se fue independizando de los anuncios puramente periodísticos, en busca de la imaginería popular, aquella que corresponde al público a que se destinen, valiéndose más de la dinámica de la figura que de las letras, bien que ya existe un vocabulario propio para esta clase de publicidad. Nos vamos volviendo a los signos y a los símbolos. Se opera con valores sabidos. Las señales de tráfico en las calles nos mantienen alertas. Si el rojo del semáforo nos detiene y el verde nos da el paso automáticamente, el bebé gordinflón nos suelta a la oreja el nombre de una marca de leche que no necesitamos leer en el cartelón, o bien la mano que sostiene una botella adornada con un caballito que no es precisamente un caballito marino. La nueva heráldica. Los animales en la publicidad moderna. El perro que pone en la oreja a la voz de su amo. El león que ruge en las salas de cine. El tigre en los motores. El gato jugando con la bola de lana. Pero, acompañando a ese grafismo comercial, el “affiche” que grita su protesta invita a la reflexión, llama a filas, directo, visual, a la temperatura psicológica del momento.

Sin decir que el cartel implica una nueva forma de la pintura, hay que pensar que es la pintura en función de incitación idea, agente movilizador de voluntades. El “affiche” tiene una misión inmediata: cortar la realidad cotidiana. Y es a partir de esta quiebra brusca producida en la conciencia del que pasa como que opera el cartel, enseñando, agitando, divirtiendo.

Las ciudades sin anuncios son como ciudades mudas, muertas, vacías; tan habituados estamos a dialogar con las paredes pintadas como con las páginas ilustradas en un inmenso libro abierto.

La sensación es ésta. Ir por entre las páginas de libros ilustrados, cuando vamos por la calle. La ciudad se hace comunicativa. Sabemos, con sólo abrir los ojos, sin leer las letras, lo que se nos dice en signos y símbolos disparados contra nosotros como resortes que mudamente nos golpean. Entre menos letras, mejor. Las letras evitan, al comunicarnos conceptos como que las figuras, que los dibujos del “affiche”, nos hagan partícipes de lo que proclaman gráficamente. Y por eso no es fácil la concepción y ejecución de un cartel, dado que el que los ejecuta como además de dibujante y pintor, debe ser de aquellos que saben manejar otros valores: sugerir, no decir; usar la realidad y la metáfora, la ironía casi siempre, siempre; porque el cartel que entra no por los ojos sino por los labios que entreabre una sonrisa, es el que mejor cumple su propósito.

El cartel es el paso de la pintura hacia la masa, y por esta circunstancia participa en la más candente actualidad. Nada le es ajeno y ya se puede hablar de escuelas y tendencias, pues a pesar de tratarse de una industria cultural nueva, fácilmente reconocemos los estilos de los grandes creadores de “affiches”; ya se apoyen en los mitos de la sociedad de consumo, en las proclamas de esta segunda revolución industrial, el sexual, le ingenuo, le infantil como tal y como lo hemos visto en algunas exposiciones internacionales celebradas últimamente..

Lo único que le faltaba la pintura era hablar; pues ya habla en los carteles, canta, grita, refunfuña, protesta, aconseja, todo lo que se oye no con los oídos, sino con los ojos. Es el diálogo permanente de la imagen con la masa.

 

 

<1> Diferencia entre cartel y anuncio.

<2> Significado de la expresión "colores con sonido".

<3> En general, ¿a qué tipo de carteles crees que se refiere?

 

<4> Diferencia entre propaganda y publicidad.

<5> Diferencia entre propaganda "en el buen sentido" y la otra, aquella en la que "te dan gato por liebre".

<6> ¿Por qué sin saber leer todos comprendieron?

<7> ¿A qué se refiere con los signos y los símbolos?

<8> Significado en el texto de "la nueva heráldica". ¿Cuál sería la antigua?

<9> ¿Qué es un "affiche"?

<10> ¿Cuál es la función "inmediata" del cartel?

<11> Comenta la afirmación que compone todo el párrafo, que podría pasar a la antología de las frases y citas célebres.

<12> Además de los conocimientos técnicos, ¿qué otros valores debe manejar el creador de carteles?

<13> En este párrafo hace extensivo el cartel a otras facetas más allá de la propaganda. ¿En qué sentido? ¿A cuáles?

<14> Busca carteles a los que podamos aplicar cada una de las acciones verbales que cita: cantar, gritar, refunfuñar, protestar, aconsejar.

 

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